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Chile arrastra profunda división tras 50 años del golpe de Pinochet

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Chile conmemora el 50 aniversario del golpe de Estado profundamente dividido. El hecho representa una huella imborrable que sigue visible: con cuentas pendientes por las víctimas del régimen de Augusto Pinochet y la posición de quienes defienden los logros económicos de aquél. Una confrontación que hoy permea en la coyuntura actual en la que se busca dar vuelta a ese dramático episodio con una nueva Constitución.

El 11 de septiembre de 1973, las Fuerzas Armadas avanzaron hacia La Moneda en una revuelta contra el presidente electo Salvador Allende por la amenaza de que, decían, impusiera una era socialista.

El militar apoyado entonces por Estados Unidos, desplegó a sus soldados armados con tanques y respaldados por equipo aéreo, rodeó la sede donde se refugió el izquierdista ante la sublevación y en cuestión de horas concretó el golpe.

Así, Pinochet instauró una dictadura que se extendió por décadas incluso tras dejar el poder tras un plebiscito amañado. Y ejerció una dura represión contra los disidentes que intentaron sublevarse al torturar e interrogar por días o semanas a miles de jóvenes en sitios como el Estadio Nacional de Santiago.

A más de medio siglo, esta fecha nuevamente exhibe la alta crispación que prevalece en la sociedad, según un análisis de los internacionalistas Eduardo Rosales y Claudia Márquez.

El autor de El Juicio del Siglo. Augusto Pinochet frente al Derecho y la Política Internacional, afirma que Chile vive este momento histórico en polarización, a causa de una herida que aún tiene reflejos en situaciones políticas y sociales.

Por ejemplo, la firma del Plan Nacional de Búsqueda o contra el olvido impulsado por el presidente Gabriel Boric para esclarecer los crímenes y el paradero de víctimas de asesinato, desaparición y tortura, que incluye desclasificar archivos.

Rosales Herrera atribuyó la división a la desinformación, “un caldo de cultivo” para tendencias de ultraderecha que desean volver a la era represiva por falsos aspectos positivos, pese al horror y muerte provocado por un régimen que dejó miles de víctimas.

El internacionalista explicó que los sectores que respaldan al golpista, que gobernó de 1973 a 1990, desean el retorno del desarrollo, prosperidad económica y estabilidad, que, sostienen, se tuvo en ese periodo, pero ignoran a las más de 40 mil víctimas, tres mil 200 de ellas ejecutadas o desaparecidas, según la Comisión Nacional de Verdad o Informe Rettig.

Al respecto, Claudia Márquez precisó que hechos “sangrientos” ocurridos en la era del régimen militar evidencian que aún hay deudas e inconformidad social, pero comentó que hoy “Chile está en una situación distinta”.

Agregó que desde antes de la pandemia Chile intentó ahondar en las investigaciones contra el dictador —quien a diferencia de sus cómplices no fue juzgado en vida—, y tras el impasse de la emergencia sanitaria hoy se busca saldar esa deuda, pues “no es fácil enfrentar al pasado”.

Sin embargo, detalló que ésta es una dolorosa lección que aún enfrentan Chile y más países. Hoy se muestra que se puede cambiar “sin llegar a medidas extremas”, como el punto de quiebre que impactó a América Latina, región con pasados complicados, pues también padece el tema de los desaparecidos México, aunque éste no por un ataque al Estado de derecho.

Incluso, los analistas consultados coincidieron en que la insatisfacción no se ha superado, pues a cinco décadas sigue sin quedar pavimentado el camino de la reconciliación, la búsqueda de la paz y la estabilidad frente a la represión, las vejaciones y la violación a los Derechos Humanos.

Al evaluar la gestión actual, destacaron el trabajo del izquierdista, quien no había nacido cuando el golpe de Pinochet.

Señalaron que llegó con enormes retos y que se caracteriza por un perfil conciliador y mesurado ante las polémicas, como el recuerdo de ese golpe de Estado.

Proceso en el que aceptó el año pasado la decisión de la mayoría (más de 60%) de mantener la Carta Magna de la era Pinochet, pese al reclamo de unos de borrar todo rastro de la represión. Y sin imponer su visión, pues ganó el “no” para echar atrás el escrito de espíritu pinochetista, dio paso a otra redacción, ahora a cargo de la derecha de su rival electoral José Antonio Kast, que se votará a finales de año.

Márquez dijo que, aunque Chile ha sufrido históricamente, hoy goza de mayor estabilidad y crecimiento, en comparación con otros, mientras que Rosales declaró que, aunque Boric no resolvió los problemas, para otro el camino no sería fácil.

Eduardo Rosales aseveró que estos golpes muestran que en América Latina “la democracia no ha llegado en toda su expresión”.

Enfatizó que faltan sociedades más informadas para evitar que ello se repita, especialmente con políticos que “perdieron la brújula”. Recalcó que lo anterior abre puertas al populismo, en referencia a los casos de Donald Trump (EU) y Jair Bolsonaro (Brasil). A 50 años Chile no escapa del contexto mundial, lo que recuerda que como en 1973 con la Guerra Fría el mundo vive ahora una la invasión rusa en Ucrania.

Por ello, Boric y exlíderes ratificaron su compromiso democrático, una señal de su posición contra cualquier golpe de Estado.

source https://www.razon.com.mx/mundo/chile-arrastra-profunda-division-50-anos-golpe-pinochet-544339

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