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“Gracias a la vida que me ha permitido escribir lo que pienso”

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Con la frase “gracias a la vida que me ha permitido escribir lo que pienso”, la escritora Elena Poniatowska resumió su sentir ayer que recibió la Medalla Belisario Domínguez, en el salón de sesiones de la Casona de Xicotencátl, antigua sede del Senado.

Ataviada con un elegante huipil rojo con amarillo, el mismo que usó cuando fue galardonada con el Premio Cervantes en abril del 2014, la también periodista, luego de recibir la presea, quiso devolver el honor con la que consideró, la palabra “más hermosa de todas, a pesar de ocupar tan poco espacio, dos sílabas que se dejan caer y son tan frágiles como un terremoto: Gracias, gracias a México”.

Confesó que “después de tanta llenadera de palabras, tantas interrogantes, tantos periódicos que se amontonan hasta que un día se los lleva el de los fierros viejos que vendan, muchos recuerdos zumban en mí como abejas, me repito en voz baja que hoy ustedes senadores de la República me conceden la Medalla Belisario Domínguez, que recibo como una gracia inesperada”.

En su discurso rindió homenaje a su andar reporteril, a su familia —abuela, madre, hijos y nietos—, a los amigos que ya no están, como Carlos Monsiváis y José Emilio Pacheco, a las amigas que siguen con ella, así como a grandes figuras imprescindibles en la historia de México, desde Octavio Paz, pasando por Juan Rulfo, Rosario Castellanos, Franciso Toledo, Samuel Ruiz, José Revueltas, Ignacio López Tarso, Sabina Berman, hasta María Victoria, Tongolele, María Grever, Tin Tan, Dámaso Pérez Prado y Consuelo Velázquez, de quien dijo en un tono pícaro, “nos enseñó a besar mucho y muy bien”. Además de las costureras fallecidas en el terremoto de 1985 y los estudiantes asesinados en el 68.

Con las personalidades que nombró dio cuenta de su trayectoria reporteril, de cómo gastó la suela de los zapatos en búsqueda de historias y testimonios, de la experiencia que le dio andar en los terrenos del periodismo, oficio donde dijo, caminando por las calles aprendió dichos y pregones que ahora “le entristece no escuchar en cada esquina”, fue testigo del heroísmo de los mexicanos en los sismos del 57 y 85, tragedias de las cuales, aseguró, atesora las fotografías de quinceañeras y el llanto de quienes perdieron su casa; del valor de los habitantes de Tlatelolco que después de la matanza se quedaron sin nada.

“Todavía soy de los que levanta la cabeza cada vez que un helicóptero sobrevuela un caserío, porque en 1968 la aparición de uno sobre la Plaza de las Tres Culturas desató la balacera. Vivir este acontecimiento sigue siendo una profunda herida hasta el día de hoy”, añadió la autora de La noche de Tlatelolco, donde documentó las atrocidades cometidas desde el Estado y a contracorriente de la censura que había.

Su espíritu “preguntón” también la llevó, en 1994, a la selva Lacandona con sus hijos para documentar qué sucedía en ese lugar donde se había levantado el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, rememoró conmovida.

“Desde 1953 escribo, cuando era una joven preguntona, y todavía insisto en los por qué, para qué, cómo, cuándo y dónde”, apuntó demostrando que las preguntas básicas que todo periodista debe hacer son las mismas así cambien los tiempos.

De momentos, la autora de El amante polaco era interrupida por los senadores, quienes le aplaudían y le gritaban “¡Elena!”, “¡Elena!”, “¡Elena!”.

Si bien, todo fue un tributo al reporteo también quiso expresar su sentir ante la ausencia del Presidente Andrés Manuel López Obrador, quien no acudió a la ceremonia solemne y en su representación mandó al secretario de Gobernación, Adán Augusto López, quien estuvo sentado al lado de Poniatowska.

“Me da tristeza que no nos acompañe el señor Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, porque tanto mi familia, mis amigos y muchos de los que estamos aquí lo queremos y no sólo lo queremos, lo adoramos”, manifestó. Por la mañana, el mandatario le envió un saludo por Twitter: “Elenita es la mejor escritora de nuestros días, la más inteligente, es una santa laica”.

Otra ausencia fue la de la presidenta de la Suprema Corte de Justicia, Norma Piña, en su lugar acudió el ministro Alberto Pérez Dayan.

Poniatowska finalizó su discurso con un mensaje contundente: “Supongo que muchos esperaban un discurso o un texto político y lamento decepcionarlos”. Los senadores, amigos y sus hijos (Paula, Emmanuel y Felipe), quienes la acompañaban, la llenaron de aplausos.

source https://www.razon.com.mx/cultura/gracias-vida-me-permitido-escribir-pienso-525363

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